Es muy común que las licitaciones de seguridad fallen, a corto o a mediano plazo de haber sido adjudicadas, debido a que las bases no incluyen suficientes criterios de selección. Definen muy bien lo que el mandante quiere que el contratista cumpla; pero no aportan las herramientas para elegir, de entre los participantes en la licitación, qué empresas serán capaces de cumplir esos requerimientos.
Las bases de licitación, son muchas veces enormes documentos que indican obligaciones, reglamentos y multas por incumplimiento. Y casi siempre expresan, con la mejor de las intenciones, que esperan obtener un servicio de calidad, sin importar tanto el costo de este servicio. Sin embargo, como los requisitos que exigen demostrar, los cumple la mayoría de los postulantes, sean buenos o malos contratistas, las empresas mandantes terminan obligatoriamente dirimiendo por precio. O con suerte, si existe una cierta flexibilidad en la licitación, discriminan “por olfato”; el que no siempre funciona.
Un problema muy común es, que aun cuando el Gerente, Jefe o Encargado de la Seguridad reconozca la capacidad de alguna de las empresas participantes, no tiene argumentos muy concretos para insistir en dicha opción hasta el fin. Y se enfrenta a la lógica de sus superiores: si todas cumplen perfectamente las bases, por qué no elegir la más barata.